La gente idiota es como una plaga
- Por Char Char
- 20 jun 2016
- 2 Min. de lectura

Tras el acto terrorista en Orlando el fin de semana pasado, en el que murieron 49 personas de la comunidad LGBTTTI, las opiniones divididas no se han hecho esperar. Estamos acostumbrados a escuchar estupideces de gente ignorante y despectiva, creyente, hipócrita, mocha y machista, pero, ¡vamos!, a pesar de ser pleno siglo XXI aún hay gente con cerebro de cavernícola. Un buen ejemplo es el imbécil de Julión Álvarez, quien dice que si una mujer no sabe trapear, no sirve. Hay de todo en este mundo, aunque la gente idiota es como una plaga. A pesar de lo acostumbrados que estamos de escuchar chorradas de “gente de gran intelecto", como el candidato Donald Trump y sus destellos nazis, hay opiniones o acciones que se hacen notar por encima de todas. Y es eso que mi atención se fijó. ¿Por qué? Bueno, el pastor Roger Jiménez, de la Verity Baptist Church, de una religión que promueve la paz, el respeto, el entendimiento, el perdón y la misericordia, decide que es muy correcto decir que no hay que lamentar la muerte de esos sodomitas, y que estaba realmente molesto, pues el mercenario debió terminar el trabajo.
¿Es realmente aceptable que un mentecato pueda pensar y expresarse así de un acto que rompe con todo lo que es socialmente correcto, cuando debería defender la vida por el simple hecho de ser su creencia? Pues a este pendejo hay que decirle que se equivocó de vocación. No todo es malo, y de todo hay en este amplio y vasto mundo, que aun a pesar de que apeste a mierda, no todo lo es. Shmuel Herzfeld, un rabino de una iglesia judía ortodoxa, en conjunto con su congregación (noten el contraste de mentalidades) fue a un centro de reunión gay a ofrecer su apoyo y sus oraciones por el descanso de los fallecidos, y, algo interesante, varios de los miembros de esa congregación también eran gays.
El rabino mencionó que el objetivo no era hacer una burla ni fastidiar, sino que, ante una situación en la que requerimos sobrevivir, debemos mostrar que estamos juntos, sin diferencias.
Correcto. Cada quien tiene sus creencias, sus hábitos y la manga del muerto, pero son vidas humanas, igual de valiosas que todas. No estamos en un siglo en que los zurdos éramos diabólicos o los epilépticos poseídos; vivimos uno que todo tiene un porqué, en que incluso la iglesia ha tenido que ceder ante la ciencia. Entonces ¿por qué insistir en creerse jueces de la vida misma? Señores, vivan y dejen vivir. Si no les afecta, no les importa. Y si les ofende la vida de los demás, tírense a un pozo y ahí quédense.
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