¿Por qué nos haces llorar?
- Por Marco Castilla
- 30 ago 2016
- 2 Min. de lectura
"Todos somos la historia que decidimos recordar"
Uno de los recuerdos más nítidos que tengo de mi niñez, es a mi madre cantando a todo pulmón al gran 'Divo de Juárez', por ello, como la gran mayoría de los mexicanos y sin avergonzarme, tengo en el ADN gran parte de su repertorio . Fue inevitable, ese recuerdo fue trascendiendo el paso de los años, para convertirse en admiración y hasta en el soundtrack de muchos momentos de mi vida.
Alberto Aguilera Valadez nació un 7 de enero de 1950, en Parácuaro, Michoacán, siendo el hermano menor en un entorno paupérrimo, donde fácilmente se le pudo nombrar como un nacido para perder. Lanzado desde temprana edad al exilio, creció con la ausencia afectiva de su madre, lo cual pudo ser el detonante de aquel talento que unos años después sería bien canalizado. Juan Contreras, maestro de Aguilera en el internado, quien considero fue el factor más importante en el nacimiento de la leyenda, instruyó y forjó el talento de aquel niño con un hambre insaciable de música.
Luego de escapar del internado, el panorama se veía terrible, viviendo en las calles, sus sueños fueron pisoteados muchas veces, pisó la cárcel, jamás se dio por vencido, pero eso ya es historia... el gran Juan Gabriel se nos fue.
El artista más prolífico de México, se apagó por un ataque fulminante, un suceso tan inesperado, que dejó a la industria musical en un estado de shock, que difícilmente podrá superar. Alberto Aguilera, no contaba con una voz extraordinaria, pero fue más que eso; era vivencia, sufrimiento, era folclor, fue el intérprete de aquello que no supimos decir. No contaba con la lírica del gran Agustín Lara, pero ahí precisamente radica el éxito imparable de este hito musical, que lograba de manera coloquial y sin rodeos plasmar lo que todos en algún momento de nuestras vidas hemos sentido. Su valor es equiparable al del inigualable José Alfredo Jiménez, pero la trascendencia de Aguilera fue superior, llegando a romper la barrera del idioma, generacional y sobre todo el de la idiosincrasia mexicana.
Juan Gabriel creció , vivió y desafió al segundo país más homófobo del mundo, señalado de la peor manera, se abrió paso con su estilo tan particular, que le cerraba varias puertas, pero se impuso y rompió cualquier paradigma, haciendo que sus detractores rogaran clemencia por parte del 'Divo'. Se ganó el aplauso y admiración de un público malinchista, tristemente el de casa; un marginado triunfo en un país sumamente clasista.
Sin importar el qué dirán, experimento con la balada, rock, ranchera, electrónica y hasta la sinfónica, triunfando en cada una de ellas, liquidando más de 100 millones discos, convirtiéndose así no solo en el artista mexicano con mayor ventas, sino también con el disco más vendido en la historia de México, 'Recuerdos, Vol. 2'.
Cerca de 1800 canciones escritas, más de 200 artistas interpretaron sus composiciones en distintos idiomas, se adueñó del Palacio de Bellas Artes, y se llevó cuanto premio pudo ganar. El legado de Juan Gabriel es innegable, es como el aire, está ahí, a pesar de las críticas; se va para hacerse eterno, pues aquel que logra acariciar el alma de un pueblo con su música, como lo hizo él, jamás muere.
¡Hasta siempre Juanga!

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