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Jimi Hendrix: nunca otra guitarra sonará igual

  • Por Miller
  • 18 sept 2016
  • 2 Min. de lectura

Fue en 1970. El mejor guitarrista que ha existido dejó el plano terrenal, pero no el musical. Su legado discográfico sigue vivo, testigo de su deliciosa técnica en las seis cuerdas, su sensibilidad a flor de piel, los alucinantes pasajes sonoros a los que nos transportan sus distorsiones..., su música, que no es más que el sonido de la vida misma.

Johnny Allen Hendrix (para la banda Jimi Hendrix) vivió cubierto por un cierto halo de misterio y espiritualidad, consustancial a su asiduo consumo de drogas como la marihuana y el LSD.

Buster (como le decían en familia) era amigo de leyendas como Frank Zappa y Brian Jones (Rolling Stones), y dominaba distintos géneros musicales gracias a que llegó a tocar con artistas tan variados y talentosos como los Isley Brothers, Gorgeous George Odell y los Upsetters, y fue soporte de Little Richard, Ike y Tina Turner, Curtis Knight and The Squires, Joey Dee and The Starliters.

Y entre sus grandes hazañas está la ejecución de dos de los mejores cierres de festivales en la historia del rock: en el Monterrey Pop Festival (incendiando su guitarra) y en Woodstock (interpretando una alucinante versión del himno estadounidense).

Era el único capaz de infundirle miedo a guitarristas de la talla de Jeff Beck, Pete Townshend o Eric Clapton (historias que merecen su propio espacio).

Con apenas 27 años de edad, Jimi Hendrix murió el 18 de septiembre de 1970 víctima de su propio vómito causado por una mezcla de somníferos y alcohol.

Ese mismo día nació la leyenda que con su música nos sigue transportando a un estado de catarsis, que con su feeling, con tan apasionada forma de tocar su Fender Stratocaster, hacía (hace) vibrar el alma de quien lo escucha. Un sentimiento de libertad.

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